miércoles, 30 de diciembre de 2009

CARLOS III

BIOGRAFÍA Y PERSONALIDAD DEL MONARCA

El 20 de enero de 1716, entre las tres y las cuatro de la madrugada, en el viejo, inmenso y destartalado Alcázar, nacía el niño que con el paso de los años iba a ser investido como rey de España con el nombre de Carlos III. Fruto del matrimonio de Felipe V con su segunda esposa, la parmesana Isabel de Farnesio, mujer de fuerte personalidad y opinión política propia, el nuevo infante venía al mundo con pocas posibilidades de ser proclamado rey de la vasta Monarquía hispana. Su infancia transcurrió dentro de los cánones establecidos por la familia real española para la educación de los infantes. Hasta la edad de los siete años fue confiado al cuidado de las mujeres, siendo su aya la experimentada María Antonia de Salcedo, persona a la que siempre guardó gratamente en su recuerdo. Después tomaron el relevo los hombres, comandados por el duque de San Pedro y un total de catorce personas que iban a conformar el cuarto del infante. El niño "muy rubio, hermoso y blanco" del que nos habla su primer biógrafo coetáneo, el conde de Fernán Núñez, gozó durante su primera infancia de buena salud, amplios cuidados y una enseñanza rutinaria dentro de lo que se estilaba en la corte española. Además de las primeras letras, Carlos recibiría una educación variada propia de quien el día de mañana podía ser un futuro gobernante. Así, la formación religiosa, humanística, idiomática, militar y técnica se combinaría durante años con la cortesana del baile, la música o la equitación para ir forjando la personalidad de un joven de buen y mesurado carácter, solícito a las sugerencias paternas y educado en la convicción de la evidente supremacía de la religión católica. También fue en su más tierna infancia cuando Carlos se aficionó a la caza y a la pesca, pasiones, especialmente la primera, que nunca abandonaría a lo largo de su vida.
Pronto el infante Carlos empezó a entrar en los planes de la diplomacia española y en las cábalas de Isabel de Farnesio, estas últimas destinadas a dar a su primogénito una posición acorde con su rango real. (…)Tras numerosas vicisitudes bélicas y diplomáticas en el complicado cuadro europeo, se presentó la ocasión propicia para que Carlos pudiera alcanzar un sillón de mando en Italia. La misma tuvo lugar con la muerte sin descendencia, en 1731, del duque Antonio de Farnesio, precisamente el día en que Carlos cumplía quince años, lo que propició que el joven infante fuera encauzado hacia los caminos de Italia. Primero se asentaría en los pequeños pero históricos ducados de Toscana, Parma, Plasencia, donde permanecería muy poco tiempo, pues los acontecimientos bélicos derivados de la cuestión sucesoria de Polonia lo condujeron finalmente a ser proclamado rey de las Dos Sicilias el 3 de julio de 1735 en Palermo, contando tan solo con diecinueve años de edad.
Nápoles no fue para Carlos un destino intermedio en espera del gran reino de España. Allí vivió un cuarto de siglo, allí emprendió una política reformista en un complicado país dominado por las clases privilegiadas y allí constituyó, con su amada esposa María Amalia, una familia numerosa de trece hijos, siete mujeres y seis varones. Durante su reinado napolitano, Carlos configuró definitivamente su carácter y su modelo de reinar, siempre ayudado por su consejero personal Bernardo Tanucci y siempre tutelado por sus padres desde Madrid. En términos generales aprendió a ser un rey moderado en la acción de gobierno, un soberano que supo animar una política reformista que sin acabar con todos los problemas que sufría el abigarrado pueblo napolitano y sin menoscabar los poderes esenciales de la nobleza, al menos sí consiguió que el reino se consolidara como tal, que fuera cada vez más italiano y que tuviera una cierta consideración en el concierto internacional.
Cuando ya pensaba que su destino último era Nápoles, la muerte sin descendencia de su hermanastro Fernando VI lo condujo de vuelta a su patria de nacimiento.


Fragmento de la Biografía de Carlos III, por Roberto Fernández Díaz, Catedrático de Historia Moderna (Universidad de Lleida), en: www.cervantesvirtual.com/historia/monarquia/carlos3.shtml

El reinado de Carlos III ha sido tradicionalmente considerado como el más acabado ejemplo de reformismo ilustrado español, y la mayoría de los historiadores ha elogiado su figura y su obra de gobierno, hasta el extremo de haberse convertido en un tópico hablar del “gran rey Carlos III” o del “mejor alcalde de Madrid”.
En los últimos años, está visión está siendo revisada; sin negar al Rey una serie de bondades tales como su prudencia, su habilidad y honradez tanto en el ámbito político como en el familiar o su sabia capacidad para escoger a colaboradores eficaces, no es menos cierto que Carlos III es el más claro ejemplo de la doctrina política del despotismo. Palabras suyas son: "quien critica los actos de gobierno comete un delito, aunque tenga razón". Era un soberano del despotismo ilustrado. Su propia relación con Madrid es compleja, mientras varios de los monumentos más simbólicos y representativos de la capital fueron erigidos durante su reinado, él trató de vivir en los Sitios Reales de los alrededores y no en el Palacio Nuevo (el Palacio de Oriente).
Su imagen se beneficia particularmente del hecho de que su muerte se produjo en diciembre de 1788, en las vísperas del gran cataclismo que, para las monarquías europeas, significó el proceso revolucionario que se simboliza en el julio parisino de 1789.

POLÍTICA INTERIOR: LOS MINISTROS

En el orden político, Carlos III supo rodearse de colaboradores fieles, inteligentes, capaces y trabajadores, la mayoría de los cuales se mantuvieron en el poder por largo tiempo. Los más importantes fueron:
- Ricardo Wall (secretario de Estado durante 4 años)
- Conde de Aranda ( 7 años Presidente del Consejo de Castilla)
- Marqués de Esquilache (7 años)
- Jerónimo de Grimaldi (13 años)
- Floridablanca (13 años)
- Campomanes (6 años Presidente del Consejo de Hacienda), de quien destaca su faceta intelectual.
- Manuel de Roda ( más de 15 años ministro de Gracia y Justicia)
Su importancia fue tal que algunos autores más que de absolutismo regio hablan de "absolutismo de los ministros". Domínguez Ortiz, en su libro Carlos III y la España de la Ilustración, resume el proceso en estos términos:
<<…la despersonalización de la Monarquía había avanzado lo suficiente como para que las carencias personales de un rey no influyeran demasiado en las tareas de gobierno. Lentamente se estaba verificando el paso de un gobierno personal a un Estado impersonal con órganos propios, que aseguraba la continuidad a través de los avatares personales (…). El Estado (durante la crisis de 1758-59 en que Fernando VI estaba loco y no podía reinar) era ya una maquinaria, reducida, pero de gran perfección, capaz de marchar por sí sola. El absolutismo regio era en la práctica el absolutismo de los ministros. De esta manera, silenciosamente, se estaba preparando el tránsito del Rey absoluto al Estado absoluto, en el que el rey sería más bien una instancia suprema y una garantía de continuidad que un órgano directo de gobierno>>.

Para conocer bien el reinado de Carlos III resulta indispensable estudiar la figura y la obra de los ministros y sus equipos de gobierno.
En ese momento histórico pugnan dos conceptos antagónicos; la teoría oficial habla de la delegación directa de la soberanía en el rey por parte divina (Carlos III por la gracia de Dios), pero en realidad, los ilustrados empezaban a preguntarse y a cuestionar esta teoría. Aunque bien es cierto que éstos se protegieron bajo el manto de un despotismo monárquico en el que no creían para llevar a cabo su política reformadora a cambio no transgredir el concepto de la soberanía de carácter divino. Uno de los políticos del período escribió estas reveladoras palabras:
"para el logro de las grandes cosas es necesario aprovecharnos hasta el fanatismo de los hombres. En nuestro populacho está tan válido aquello de que el rey es señor absoluto de la vida, las haciendas y el honor, que el ponerlo en duda se tiene por especie de sacrilegio, y de aquí el nervio principal de la reforma. Yo bien sé que el poder omnímodo del monarca expone la monarquía a los males más terribles, pero también conozco que los males envejecidos de la nuestra sólo pueden ser curados por el poder omnímodo…"

León de Arroyal en las Cartas al conde de Lerena.

En resumen, la política llevada a cabo durante el reinado de Carlos III obedece a la decisión de un pequeño conjunto de altos dignatarios que, contando con el apoyo del rey, gobiernan desde las Secretarías de Despacho y desde el Consejo de Castilla la Monarquía Española y sus inmensos espacios coloniales, que alcanzan en esos años la mayor extensión lograda hasta entonces por imperio alguno.

LAS ETAPAS DEL REINADO

Me parece interesante señalar, como lo hace Alfredo Floristán en Historia de España en la Edad Moderna, las diversas etapas que se pueden diferenciar en este reinado de casi treinta años de duración.
Entre 1759 y 1766, la etapa de las reformas precipitadas, estuvo ejemplarizada por el marqués de Esquilache, uno de los varios colaboradores italianos que lo acompañaron desde Nápoles. Terminó bruscamente con los graves sucesos de la primavera de 1766 y con la llegada a la cúspide del gobierno del conde Aranda, grande España y capitán general. Entre 1773 y 1776 el personaje más significativo en la Corte es el secretario de Estado Jerónimo Grimaldi, víctima política y cabeza de turco del fracaso que sufrieron las tropas españolas en Argel. La crisis se solucionó con la llegada a la secretaría de Estado de don José Moñino, conde de Floridablanca, y que permanecerá en ese cargo durante lo que quedaba de reinado.

PRIMERAS REFORMAS

En la primera etapa del reinado, Carlos III contará con la colaboración de Esquilache, con quien ya había trabajado en Nápoles, a quien nombrará secretario de Hacienda y Guerra del primer equipo de gobierno. Algunas de sus reformas son éstas:
- Esquilache y su equipo trató de revitalizar el proyecto ensenadista de reforma fiscal y se creó una renovada Junta del Catastro.
- Importó de Italia la lotería en 1763. Esta primera lotería española (llamada la “beneficiata”) serviría para mantener obras asistenciales.
- Creó un Montepío Militar en 1761, especie de seguridad social para los soldados y sus viudas y huérfanos, y que responde a la idea que está naciendo en este siglo y que prima el concepto de beneficencia sobre el de caridad.
- Inició una política de mejora de las infraestructuras urbanas, empezando por la villa de Madrid. Creó un moderno alumbrado, el alcantarillado y un sistema de desagües.
- Se dictaron medidas de corrección de costumbres y vestimenta, que trataban de evitar una forma de vestir que facilitara a los delincuentes ocultar sus armas.
- Dedicó un notable esfuerzo a reorganizar los temas militares, en lo que se refiere a los reclutamientos o a la creación de centros de formación de oficiales. Así, destaca la apertura del Real Colegio de Artillería de Segovia (1764).
- En cuanto a la política agraria, se tomaron una serie de medidas de carácter antiproteccionista que culminaron con la publicación del decreto que abolía la tasa del trigo y permitía su libre circulación.

Algunas de estas reformas, pero sobre todo la que abolía la tasa del trigo, fueron promovidas con poco tacto y en mal momento. La inoportunidad de esta última medida se debe a que en los primeros años de la década de los sesenta se venían dando malas cosechas y sequías, y los precios del trigo subían desde 1761. Y apareció el hambre. Se importó grano de Sicilia, como se hacía desde siglos atrás, pero en esta ocasión los propietarios españoles acusaron a Esquilache, siciliano, de querer aprovecharse del hambre de los españoles. Se estaba gestando la gran conmoción que afectó a media España, los "motines de primavera de 1766" o "motines contra Esquilache".
Aunque se interpretado este motín como organizado por algunos nobles y por los jesuitas, contrarios a las reformas, que indujeron al pueblo de Madrid a manifestarse por las calles, en los últimos años se ha abierto una nueva línea de interpretación (a partir de los trabajos de Pierre Vilar) que considera que fue un típico “motín de subsistencias”. Es decir, el pueblo, cuando tiene hambre, no necesita ser inducido por nadie para salir violentamente a la calle y exigir alimentos y atacar a quienes considera responsables de la escasez de la comida y de sus males cotidianos. En todo caso, tratarían de ser utilizados esos motines espontáneos, una vez en marcha, por los grupos privilegiados que aprovechan la coyuntura en su beneficio.

Los motines de primavera de 1766

El 23 de marzo de 1766 una gran multitud de gentes de Madrid se enfrenta a las guardias walonas (los cuerpos de policía son una creación del liberalismo del siglo XIX por lo que en el Antiguo Régimen, eran los soldados quienes actuaban en los disturbios callejeros). La chispa inicial estalló en la plaza de Antón Martín, el Domingo de Ramos a mediodía, cuando varios sastres se disponían a hacer cumplir la orden publicada el 10 de marzo anterior y que advertía de la obligación de llevar sombrero de tres picos y capa recortada. Algunos paisanos se enfrentaron a los sastres a sus escoltas y la pugna derivó en una algarada multitudinaria, que apedreó el palacio de Esquilache. El lunes siguiente se agravó el motín. En las refriegas mueren varias decenas de personas y son atacados palacios de otros colaboradores italianos del rey (Grimaldi y Sabatini) y del gobernador del Consejo y del corregidor, al tiempo que una vociferante multitud derriba las nuevas farolas que iluminaban Madrid y se encamina hacia el Palacio Real. Exigen que el Rey destituya a Esquilache, ordene la bajada del precio del pan y que “cada uno vista como quiera”. Caros III salió al balcón del nuevo palacio (lo ocupaba desde hacía dos años) y tuvo que aceptar las imposiciones de sus amotinados súbditos, incluyendo la destitución del secretario de Hacienda, sustituido por Miguel Múzquiz. El Rey partió esa noche para Aranjuez y no volvió a Madrid hasta diciembre. Desde ese día, receló del pueblo madrileño y no olvidó la humillación que significó esa jornada de marzo de 1766. Y se hizo llamar a los cadetes del recién creado Real Colegio de Artillería de Segovia y se les acantonó, con algunos cañones, en Pinto, a mitad de camino entre Aranjuez y Madrid.

En FLORISTÁN, A., Historia de España en la Edad Moderna, Ariel, 2004, p. 618.

La expulsión de los jesuitas (1767)
El gobierno de Carlos III, conmocionado por los motines, puso en marcha una investigación para depurar las responsabilidades. La principal consecuencia será la orden de expulsión de los jesuitas de todos los territorios de la Monarquía, decretada por el Rey el 2 de abril de 1767. La Real Pragmática no daba más razones que la voluntad real para la expulsión. Fue producto de las averiguaciones e informes que un grupo reducido de políticos ilustrados (del entorno de Campomanes) redactó para cumplir el deseo de Carlos III, hostil a la Compañía de Jesús.
La Compañía de Jesús era, en el siglo XVIII, objeto de polémica entre los políticos ilustrados y entre los privilegiados y las demás congregaciones religiosas por su defensa de algunos temas de debate teológico como el papel esencial del individuo en su propia salvación. Hay que recordar además las posturas encontradas entre Carlos III y la congregación en la cuestión de la canonización del obispo español Juan de Palafox, contrario a la Compañía de Jesús pero admirado por el Rey. Los jesuitas españoles fueron también acusados de soberbia intelectual, de acumular enormes riquezas, de influir entre los privilegiados a cuyos hijos educaban o de defender políticas contrarias al interés del monarca. En los meses posteriores a los motines, se les acusó de preparar y dirigir los graves tumultos de la primavera. Por todo esto, mediante decreto real se les expulsó de España y de todos sus dominios y sus propiedades fueron confiscadas.
Durante el mes de marzo de 1767 se preparó en secreto el dispositivo necesario para llevar a cabo la orden de expulsión. Esta orden llevó a Tarragona, Cartagena, Puerto de Santa María, Santander, La Coruña y a otros puertos a los 2.641 jesuitas de España, y en los mese siguientes se procedió a expulsar a los 2.630 de América. Pasaron un penoso calvario en los años siguientes pues el Papa no quiso aceptarles en los Estados Pontificios. No será hasta año y medio después que por fin se les permita desembarcar en Córcega.
En 1773 el Papa, fuertemente presionado por los embajadores de los reyes europeos destacados en Roma, decidió la supresión de la Compañía de Jesús. Hasta 1814 mantuvo Roma la Bula por extinción. Podrán volver a España en 1815, autorizados por Fernando VII.

Habiéndome conformado con el parecer de los de mi Consejo Real en el Extraordinario, que se celebra con motivo de las ocurrencias pasadas, en consulta de veinte y nueve de Enero próximo; y de lo que sobre ella me han expuesto personas del más elevado carácter: estimulado de gravísimas causas, relativas a la obligación en que me hallo constituido de mantener en subordinación, tranquilidad, y justicia mis Pueblos, y otras urgentes, justas, y necesarias, que reservo en mi Real ánimo: usando de la suprema autoridad económica, que el Todo Poderoso ha depositado en mis manos para la protección de mis Vasallos, y respeto de mi Corona: he venido en mandar se estrañen de todos mis Dominios de España, e Indias, Islas Filipinas, y demás adyacentes, a los Religiosos de la Compañía, así Sacerdotes, como Coadjutores o legos, que hayan hecho la primera Profesión, y a los Novicios, que quisieren seguirles; y que se ocupen todas las temporalidades de la Compañía en mis Dominios.

Fragmento del Decreto de expulsión de los jesuitas de España despachado por Carlos III el 27 de febrero de 1767
Más información consultarhttp://webs.advance.com.ar/pfernando/DocsIglLA/Expulsion_jesuitas_intro.htm

OTRAS REFORMAS

- El comercio con las colonias: Otra línea de actuación de los gobiernos de Carlos III se dirigió a una paulatina liberalización del comercio con América. Carlos III continuó en una senda ya iniciada por los reinados anteriores y completó el proceso de abolición del monopolio comercial de Sevilla y Cádiz que se había iniciado con las medidas de Felipe V y de Fernando VI. En 1778 firmó un trascendental reglamento que concedía la libertad de comercio con todos los puertos americanos, excepto los de Venezuela (monopolio de San Sebastián hasta 1781) y los de Méjico, controlados por Cádiz hasta 1789.

- Las nuevas poblaciones: Poco después de la expulsión de los jesuitas se puso en marcha un proyecto que pretendía crear una serie de colonias para repoblar las zonas deshabitadas del interior peninsular (tierras de Sierra Morena y del valle medio del Guadalquivir) con la intención de fomentar la agricultura y la industria en una zona despoblada y amenazada por el bandolerismo. El conde de Campomanes estableció los principios básicos y encargó a Pablo de Olavide que dirigiese sobre el terreno los trabajos. Para ello, se atrajeron inmigrantes centroeuropeos, fundamentalmente católicos alemanes y flamencos.
Cada familia campesina asentada en los pueblos que se creasen disponía de:
 50 fanegas de tierra.
 Aperos de labranza y animales de tiro.
 Un terreno para plantar árboles y viñas.
Se instalaron algunas manufacturas y se abrieron regadíos. No habría tierras comunales ni se permitiría el paso de ganados de la Mesta. Tampoco se autorizarían conventos y los únicos religiosos serían los curas de almas (los párrocos) y en número limitado.
El proyecto fue financiado por el Estado y supuso un experimento social para aplicar los principios ilustrados en la solución de los problemas agrarios. Se fundaron nuevos asentamientos como La Carolina, La Carlota o La Luisiana, en las actuales provincias de Jaén, Córdoba y Sevilla. A los diez años del inicio del plan, cerca de quince mil nuevos habitantes poblaban la zona.

Este relativo éxito levantó opiniones hostiles por parte de algunos ayuntamientos vecinos afectados y por parte de los poderosos, pero el principal ataque se dirigió contra la persona de Olavide, acusado por algunos religiosos de impiedad y de hacer críticas mordaces contra la religión. Este interesante personaje, nacido en Perú, y de carrera político-administrativa vertiginosa, acabó convertido en chivo expiatorio contra los "excesos" de los ilustrados. El rey Carlos III, que le había ido encumbrando hasta la importante magistratura que significaba ser el asistente de Andalucía, autorizó la detención de Olavide (en 1776), al que la Inquisición sometió a un "autillo de fe" y condenó a ocho años de prisión en un convento. Sefugó de su encierro –algunos autores piensan que el Rey lo permitió, una vez conseguido el efecto ejemplificador que había buscado al permitir su detención- y acabó siendo testigo directo de la Revolución Francesa. Volvió a España en el reinado de Carlos IV y murió en Baeza en 1803, rehabilitado y aplaudido por un libro que publicó bajo el significativo título de El Evangelio en Triunfo, o Historia de un filósofo desengañado.

Fuentes:
FLORISTÁN IMIZCOZ, A.: Historia de España en la Edad Moderna, Ariel, 2004
Biblioteca virtual Cervantes: www.cervantesvirtual.com
http://webs.advance.com.ar/pfernando/DocsIglLA/Expulsion_jesuitas_intro.htm

domingo, 27 de diciembre de 2009

FERNANDO VI (CONTINUACIÓN)

POLÍTICA INTERIOR: EL REFORMISMO

En un escenario de neutralidad, el reformismo económico aparece como algo fundamental. Los proyectos reformistas llevados a cabo sirvieron para fortalecer el poder militar y mejorar el respaldo económico. Los objetivos principales de las reformas se centraron en el Ejército y la Marina, así como en el impuso del comercio y de la industria.

Los años del Marqués de la Ensenada supusieron un fuerte incremento de los gastos navales. La modernización de la Marina se tradujo en mejoras en la formación de marinos, destacando figuras como las de Jorge Juan o Antonio de Ulloa (al frente de diversas expediciones en América y que, además, destacaron por su faceta científica). Asimismo se relanzaron las actividades en los astilleros y se adoptó definitivamente el sistema de construcción inglés. En Marina destacan las Ordenanzas generales de la Armada de 1748, que completan las de 1725 y 1737. Se suprimió el Almirantazgo. También se hicieron ordenanzas de montes y de matrículas.
En 1750 hubo también nuevas ordenanzas para el Ejército.

La reforma de la Hacienda intentó ser revolucionaria mediante el establecimiento de la contribución única en Castilla.

En 1749 se firmaría el decreto de esa única contribución basada en las rentas personales y de la tierra. Su puesta en práctica exigía la realización de un catastro, que llevó unos pocos años. Luego, las primeras pruebas no resultaron satisfactorias y finalmente la crisis de 1754, en la que cayó Ensenada, frenaría el proceso una buena temporada. La reforma trataba de ser más igualitaria socialmente, así como conseguir más dinero de las rentas más abundantes, las de la tierra. La oposición a la reforma tenía en cuenta no sólo la enemistad de la aristocracia terrateniente, que veía tocados sus ingresos, sino la evidencia de que al principio se cobraría menos que antes, mientras no se consolidara el sistema.
En 1749 se consiguió que todas las rentas fueran puestas en administración directa por la Hacienda. Se suprimieron así todos los arrendamientos. Inicialmente el ahorro fue grande, pero a la larga, sin embargo, el sistema perjudicó al mundo financiero.


También en el ámbito financiero se produjo la creación en 1751 del Real Giro, mediante el cual la Hacienda gestionaría la salida de dinero de España y el pago de operaciones en el extranjero. El Giro produjo beneficios a la Administración, pero redujo el negocio de los financieros privados.
El comercio con América también se vio impulsado. Se pretendió acabar con el monopolio de las Indias y eliminar las injusticias del comercio colonial. Así se apoyaron a los navíos de registro frente al sistema de flotas. El nuevo sistema consistía en la sustitución de las flotas y galeones para que un barco español, previa autorización, pudiera comerciar libremente con América. Esto incrementó los ingresos y disminuyó el fraude. Aún así, este sistema provocó muchas protestas en los comerciantes del sector privado.


En política industrial se siguió en la línea de las fábricas estatales con la creación, por ejemplo, de las de paños de Brihuega y de San Fernando, de sedas de Talavera y con el nuevo edificio de la fábrica de tabacos de Sevilla. La promoción de la industria se activó igualmente con una intensa política de atracción de técnicos extranjeros para diversos ámbitos, así como con una política de exenciones fiscales. La Junta de Comercio, dirigida por Carvajal, estaba detrás de la mayoría de estas iniciativas.

Se mejoró también el sistema de comunicaciones entre Madrid y la periferia, especialmente con la costa norte: a través de la construcción de carreteras (del puerto de Guadarrama, de Burgos a Reinosa) y mejora de algunos puertos.

En su conjunto, el reformismo de Ensenada y Carvajal supone continuidad con las líneas anteriores, modificaciones de detalle y también alguna contradicción. Los puntos en los que fracasaron muestran la fuerza de la oposición y los límites a los que ésta iba a permitir llegar: los privilegios estamentales.

En cuanto a las relaciones con la Iglesia, durante el reinado de Felipe II se firmó el Concordato con la Santa Sede de 1753, por el cual se obtuvo el Patronato Universal, un acuerdo sobre la provisión de cargos eclesiásticos, tema que había sido objeto de problemas durante toda la primera mitad del siglo y que el acuerdo de 1737 no había zanjado en su totalidad.
Asimismo son muestras de florecimiento cultural la creación en 1752 de la Real Academia de Bellas Artes de San Fernando y el embellecimiento de las ciudades.

LA CRISIS DE 1754 Y ÚLTIMOS AÑOS DEL REINADO

La política cambiaría súbitamente con la inesperada muerte de Carvajal. Su desaparición rompió el equilibrio que se había creado con los intereses y personalidad del otro ministro.
Así pues, le toca el ascenso a Ricardo Wall, un militar irlandés entonces embajador en Londres y personaje de la línea de Carvajal y del agrado del embajador inglés en Madrid, Keene, que procuraba influir para rebajar la tendencia reformista.
Ensenada pretendió contrarrestar la creciente influencia británica con un ataque a los ingleses con ayuda de Francia. Se equivocó, porque la influencia de Keene era ahora grande y los reyes apoyaron la oposición contra Ensenada, que fue arrestado y desterrado. Sus cargos fueron repartidos entre Arriaga, Eslava y Valparaíso.
Inicialmente el cambio de gobierno parecía continuista pero, de hecho, su elevación al poder cambió la política. Algunos aspectos fueron positivos, como el mantenimiento de la política proteccionista y de exenciones fiscales; no lo fueron así otras medidas tomadas, como el freno del proyecto de única contribución, la vuelta al sistema de flotas para Nueva España o el freno del proyecto de renovación de la Marina. En lo internacional las cosas no cambiaron mucho. La supuesta anglofilia de Wall no se mostró tal. Cuando los ingleses fueron más agresivos, Wall les resistió.
Ante el comienzo de la guerra de los Siete años, el gobierno de Wall prefirió mantener la neutralidad.
Desde el punto de vista interno, la situación no estaba para tomar decisiones. Los dos últimos años del reinado fueron de inactividad total. La muerte de la reina en 1758 sumió al Rey en una profunda crisis de melancolía. Hacia el final el propio Carlos, desde Nápoles, empezó a tomar algunas decisiones, si bien no podía ir más allá de las urgencias. La muerte de Fernando VI en 1759 pondría fin a unos breves años de desgobierno.

Historiográficamente, la figura de Ricardo Wall ha sido descuidada cuando no claramente maltratada. Los tópicos más variopintos han hecho del irlandés un anglófilo —llegando al extremo de poner en duda su lealtad a España—, un perverso antijesuita e incluso un masón. Los errores sobre su vida son descabellados. Hay quien asegura que su carrera empezó en el ejército francés o que participó en el congreso de Aquisgrán; también que fue un agente secreto español en América e intentó un plan de invasión de Jamaica. Su origen extranjero y la mala interpretación de su política —considerada débil y entreguista—, así como la obsesión por sobrevalorar a Carlos III y sus gobiernos ilustrados posteriores, han oscurecido su figura. Sin embargo, Wall fue la correa de transmisión de dos generaciones de enorme importancia para la historia de España: la reformista que llevó al poder a Carvajal y a Ensenada, partiendo de las bases trazadas por Patiño y Campillo, y la que profundizó en las reformas, durante los gobiernos de Aranda, Campomanes y Ensenada. Ricardo Wall supo mantener la neutralidad heredada, condición básica para el desarrollo de la política interior, a la vez que llevaba a la culminación el proyecto carvajalista de una nueva diplomacia española, basada en la introducción de la España discreta en el nuevo concierto de las naciones.

Para más información sobre Ricardo Wall aconsejo consultar www.tiemposmodernos.org/ricardowall/



Fuentes:
FLORISTÁN, A.: Historia de España en la Edad Moderna. Ariel, 2004.

Biblioteca virtual Cervantes
www.wikipedia.org, para completar información acerca de Ricardo Wall
www.tiemposmodernos.org/ricardowall

viernes, 18 de diciembre de 2009

MEMORIA DE LA SESIÓN DE TRABAJO DEL 09-12-2009

Reunidas Natalia, María y yo, nos disponemos a comentar el trabajo realizado durante la semana.
Natalia se ha interesado por la lectura de diferentes artículos publicados recientemente en el periódico EL PAÍS.
La primera noticia aporta datos recogidos en el informe sobre la región presentado por la OCDE, así como las últimas cifras del CEPAL, que apuntarían a que América Latina sufre una severa marcha atrás en su lucha contra la pobreza debido a los efectos de la crisis financiera mundial. Debido al retroceso del PIB de la zona, se calcula que en 2010 habrá 39 millones más de pobres.
La segunda lectura es un artículo de opinión de la sección Tribuna, escrito por Enrique Krauze, que se titula La evolución mejicana.
El tercer artículo, de Verónica Calderón, trata sobre la presentación del libro de Jorge Volpi, La desigualdad es la raíz de los problemas en América Latina. Natalia nos habla brevemente de la biografía del autor, mejicano, doctor en Filología Hispánica por la Universidad de Salamanca; y destaca como llamativo una propuesta de nuevos términos relacionados principalmente con la política. Así, Jorge Volpi habla de <>, <>, o <>, a éstos últimos los define como líderes carismáticos que “llegan democráticamente al poder, pero que desde él sabotean la democracia desde los espacios del poder” y que se comportan como “estrellas del pop que se alejan de las Cámaras y se acercan a las cámaras (de los medios de comunicación)”.
El artículo transmite la idea de que la desigualdad económica, la pobreza, es la raíz de todos los problemas en Latinoamérica.
María, por su parte, comenta sus impresiones acerca del artículo: Análisis de la Política Económica en Venezuela. 1998-2006,de Maximiliano García Hernández y Raquel Reyes Avedaño. María señala cómo el petróleo afectó la economía del país y su influencia sobre el PIB.
Por mi parte, comento brevemente los contenidos sobre un artículo de la revista del CEPAL: Gonzalo A. Saraví, agosto 2009. “Juventud ys entidos de pertenencia en América Latina: causas y riesgos de la fragmentación social”. Revista CEPAL 98.
Que traba sobre cómo el debilitamiento de la escuela y del trabajo en su capacidad de generar percepciones, voluntades y valores compartidos entre los jóvenes, hace que estas instituciones ya no sean consideradas como factor esencial de la cohesión social.Acerca del artículo “Territorio, Identidad y Conflicto: La lucha por la tierra en la Araucanía chilena”, de Jorge Chauca García, comento la dificultad que estoy encontrando en la comprensión de algunos conceptos, y señalo las diferencias a las que hace referencia el artículo sobre los términos mapuche y araucano.

sábado, 5 de diciembre de 2009

MEMORIA DE LA SESIÓN DE TRABAJO DEL 02-12-09

MEMORIA GRUPAL 02-12-09

En esta sesión de grupo comentamos los avances que estamos haciendo las cuatro, en relación a la bibliografía del trabajo y la forma de orientarlo y llegamos a diferentas acuerdos.
El día 16 de Enero de 2010 nos reuniremos, ya con nuestro respectivo trabajo elaborado, para concretar la introducción y conclusiones del trabajo conjunto y maquetarlo. También nos pusimos de acuerdo en cuanto al sistema de citas que vamos a emplear y a la elaboración del apéndice documental. No queremos extendernos en este punto, pero si nos interesa incluir un esquema de la historia de Chile, Venezuela y México, no sólo como información adicional, sino también como instrumento que usaremos para elaborar y entender los diferentes puntos de nuestros respectivos trabajos.
En relación al blog, tratamos el problema de la entrada de la semana que viene, llegando a la conclusión de que sería conveniente no desperdiciar ninguna entrada, por lo que Estela se compromete a continuar con el calendario programado ampliando algún aspecto del temario dado en clase que resulte de interés.

La españa borbónica del siglo XVIII

LA POLÍTICA REGALISTA DE LOS BORBONES

El regalismo es una doctrina común entre las monarquías católicas europeas de la época. La política regalista se refiere a las relaciones entre la Santa Sede y el Estado e intenta limitar la posición de privilegio de la Iglesia.
La administración borbónica reclamará dos regalías:
- El pase regio: el monarca se reserva la potestad de conceder, retener o denegar cualquier documento pontificio en los territorios de la monarquía.
- Patronato regio: o derecho de presentación universal para todos los obispados, permite al monarca la posibilidad de presentar varios candidatos afines a los Borbón para que el Papa elija uno.

Las relaciones entre la Santa Sede y el Estado se regulan mediante negociaciones, compromisos y acuerdos que dan lugar a varios concordatos:
- Concordato de 1709: Durante el reinado de Felipe V. Al no conseguirse el patronato regio se produce una ruptura con la Santa Sede.
- Concordato de 1737: También durante el reinado de Felipe V. Este concordato ya da ciertas concesiones al monarca, como son la regulación del derecho de asilo o la disminución de algunos privilegios eclesiásticos, pero queda pendiente el tema del patronato regio.
- Concordato de 1753: Durante el reinado de Fernando VI. Durante su reinado, la política regalista estará dirigida por el Marqués de la Ensenada y el padre Rávano (confesor del Rey). Este concordato ya concedía el patronato regio y fue el más duradero de todos (hasta 1851). A consecuencia de este patronato regio surgieron obispos “funcionarios”, muy útiles al monarca, especialmente cuando se produjo la expulsión de los jesuitas en 1767. Los jesuitas representaban el pensamiento ultramontano, que rechazaba totalmente el regalismo.

REINADO DE FELIPE V (1700-1746)

Podemos dividir su reinado en cuatro grandes etapas: la etapa del intervencionismo francés, la etapa de influencia italiana y finalmente la etapa española.

1. ETAPA FRANCESA (1700- 1714)

Hasta mediados de la segunda década del XVIII, la política de Felipe V estuvo muy marcada por la influencia francesa a través de Orry y de la princesa de los Ursinos. Bajo su reinado se inició la renovación de la cultura en España, en ciencias, literatura, filosofía, arte, política, religión y economía. En 1712 aún no acabada la guerra de Sucesión, se fundó la Biblioteca Nacional; un año después, se creaba la Academia de la Lengua y, más tarde, las de Medicina, Historia... todas ellas a imitación de las Academias francesas.
En política interior se ocupó de la creación de secretarías y de intendencias así como de llevar a cabo una centralización y unificación administrativa con los Decretos de Nueva Planta, aboliendo los fueros aragoneses y valencianos. Para concepción de Castro “El mayor cambio político antes de la revolución liberal fue la aparición de los ministros responsables en sus correspondientes áreas específicas, lo cual se produjo en España
con Felipe V a partir de 1703”.
Contrae matrimonio con Maria Luisa de Saboya, con la que tendrá dos hijos: Luis I y Fernando VI.
En esta etapa estará asesorado por el Consejo Real en relación a medidas y reformas.
Se perfilan tres partidos: el francés, el español y el austriaco.
Por sugerencia de Luis XIV, se embarca en una reforma hacendística con ayuda del Duque de Harcourt y Jean Orry que resultó un gran fracaso.
El panorama internacional se complica con el ataque angloholandés a Cádiz (1702), el abandono de Saboya y Portugal y la pérdida de Gibraltar en 1704.
Se inicia el plan de reforma de los consejos, la política foral y la lucha contra la corrupción, con un resultado muy satisfactorio.
En 1707 se pierden Nápoles y Cerdeña y en 1708 Menorca.

La Guerra de sucesión sería la lucha entre dos bandos: los partidarios de Felipe V como sucesor al trono (Francia) y los partidarios del Archiduque Carlos, es decir, el Bando Aliado (Inglaterra, Provincias Unidas, Portugal, Imperio).
La guerra termina con los Tratados de Utrech: Son 11 pactos firmados entre 1713-1714
El resultado final fue el reconocimiento de Felipe V como rey de España y las Indias y su renuncia a reclamar en un futuro el trono de Francia. El gran vencedor fue Gran Bretaña que consiguió el control de las rutas marítimas. Francia pacta por separado con Inglaterra, Holanda, Saboya, Portugal y Prusia. Con Inglaterra se pacta la entrega de Gibraltar (1704), Menorca (1708), el navío de permiso y asiento de negros. Con Saboya la cesión de Sicilia
Con el Imperiola cesión de los Países Bajos españoles, Nápoles, Cerdeña y Milán. Y finalmente con Portugal la devolución de Sacramento.
Felipe V firmó la Paz de Utrech para dar fin al conflicto, sin embargo, intentará revisar continuamente estos tratados.

2. ETAPA ITALIANA (1715-1724)

Tras la muerte de su primera esposa, María Luisa de Saboya, Felipe contrajo de nuevo matrimonio en 1714 con Isabel de Farnesio, con la que tuvo siete hijos: entre ellos el que sería Carlos III, y Felipe, duque de Parma. El nuevo matrimonio supuso un cambio del influjo francés por el italiano, centrándose en una política que solicitaba una revisión de lo pactado en Utrech y la recuperación de los territorios italianos. El Cardenal Alberoni dirigió en un primer momento esta política reivindicatoria, pero la Cuádruple Alianza integrada por Gran Bretaña, Francia, Países Bajos y el Imperio, puso fin a estos intentos. El fracaso de la gestión de Alberoni (1715- 1719) dará lugar a su sustitución por José de Grimaldo en política interior y el barón Ripperdá en política exterior.
Se fracasó asimismo en los intentos por recuperar Menorca y Gibraltar.
En política interior interesa socavar la autoridad de los consejos. En relación a la política naval se compran navíos a Génova y se construyen otros en Cataluña y Guipúzcoa
En política exterior se dan dos tendencias: la tendente a mejorar el comercio con las Américas y la Mediterránea, tendente a recuperar los territorios italianos perdidos con los acuerdos de Utrech. Entre 1720 y 1724 España busca el revisionismo pero a través de medios diplomáticos. Fernando V firma el tratado de Cambray y evacua Cerdeña y Sicilia. Las potencias europeas se comprometen a reconocer a los hijos de Isabel de Farnesio como herederos de Parma y Toscana.
Con el Tratado de Viena (1725) se firma la paz entre el archiduque Carlos VI y Felipe V, y se proyectan matrimonios entre dinastías europeas.

3. ETAPA ESPAÑOLA (1726- 1746)

En 1724 Felipe V abdicará en su hijo Luis I, que fallecerá a los pocos meses, viéndose obligado a retomar su reinado en un momento muy complejo, continuando con el deseo de revisar los tratados de Utrech a través de medios diplomáticos y no de la guerra.
Este segundo reinado de Felipe V supuso un cambio en la política anterior a su abdicación, con miras más españolas que italianizantes y rodeándose de ministros españoles. Entre ellos, José Patiño, político, diplomático y economista; José del Campillo, hacendista; y, luego, el marqués de la Ensenada, gran político y magnífico planificador de la economía.
La alianza familiar con Francia a través de los Pactos de Familia hizo que el ejército español ayudara al francés en las guerras de Sucesión polaca y austriaca, y posibilitó que el hijo mayor de Isabel de Farnesio, Carlos, se convirtiera en rey de Nápoles y Sicilia, llegando a ser también más tarde rey de España como Carlos III; y el otro, Felipe, en duque de Parma, Plasencia y Guastalla.
Primer pacto: Francia recupera Gibraltar para España a cambio de tratados comerciales.
En las Claúsulas públicas Francia garantiza la sucesión en Parma y Piacenza y España debía oponerse a la Pragmática de Austria.
Guerra de Sucesión polaca a favor de Francia.
El futuro Carlos II es reconocido rey de Nápoles y Sicilia. Los derechos de Parma y Piacenza pasan a Austria. España se desilusiona porque no se recupera Gibraltar.
Gran Bretaña lleva a cabo acciones de contrabando en la Florida y California, culmina en “La guerra de la oreja de Jenkins”(el pirata Jekins es apresado por españoles y se le corta una oreja, en el parlamento inglés lo ven como una provocación y declaran la guerra, Inglaterra ignora que estaba incumpliendo el tratado de Utrech).
Portovelo es saqueado por Verman (se demuestra el desarrollo naval español).
Guerra de sucesión Austriaca (1740-1748): todas las potencias europeas buscan un “trozo del imperio”, a raíz de esta guerra se firma el segundo pacto de familia: de 1743. Francia se compromete a recuperar Menoría y luchar contra Gran Bretaña. La guerra de sucesión austriaca tensa la relación hispano- francesa. La guerra de sucesión concluye con la paz de Aquisgrán, que no establece la victoria para ninguno de los contendientes. Fue una especia de punto y seguido de la contienda Francia- Inglaterra.

El resultado será que la sensación de los españoles hacia los franceses será de desencanto, como expresan las palabras de José de Carvajal y Lancaster:

“Conocí con evidencia que es imposible la unión, que tienen para nosotros
una enemiga irreconciliable y así no hay que dudar que no cabe tal unión... y que la
Francia nos ha de asesinar siempre... y que el Español que predique tal unión o es
mal Español o está ciego como lo estuve, pero sea Dios bendito que me ha
desengañado”

JOSÉ DE CARVAJAL Y LANCÁSTER, Testamento político, ed. J. M. Delgado Barrado, Córdoba, 1999, pp. 13 y 17). Citado en un artículo de la revista Tiempos Modernos.


José Carvajal estuvo al frente de la presidencia del Consejo de Indias en el Reinado de Felipe V y fue Presidente de la Junta de Comercio y Moneda (enero de 1746). También fue Secretario de Estado en el reinado de Fernando VI.

El 9 de julio de 1746, Felipe V murió en Madrid, sucediéndole en el trono su hijo Fernando VI. Por deseo del monarca, su cuerpo fue enterrado en el palacio de la Granja de San Ildefonso.
Como aspectos positivos del reinado de Felipe V, podemos resaltar que fue el reinado más largo de España hasta el momento (45 años), que dejó una buena herencia a pesar de la complicada situación con la que se encuentra, que consigue colocar a su hijo en el trono de Nápolesy que a pesar de todo, consiguió mantener a España como potencia europea.

Los aspectos negativos de su reinado serían su carácter inestable y la influencia en aspectos políticos que ejerció su mujer Isabel de Farnesio.


REINADO DE FERNANDO VI (1746-1759)

Política exterior: Neutralidad
- Paz de Aquisgrán
- Tratado de Madrid
- Tratado de Neutralidad con territorios italianos
Política exterior: Reformismo
- El Marqués de la Ensenada y José Carvajal
- Ricardo Wall
- Últimos años de reinado

La figura de Fernando VI se ha oscurecido por la de Carlos III. Fue llamado el prudente o el justo y contrajo matrimonio con Bárbara de Braganza. Incide en la reconstrucción interior, el reformismo, la neutralidad y el pacifismo (tratado de Madrid con Portugal, neutralidad con las repúblicas italianas). Dispuso de ministros eficaces como el Marqués de la Ensenada, José de Carvajal, Ricardo Wall,..
En política exterior firmará la Paz con Prusia y el Tratado de Aquisgrán con el resto de países, dicha paz se romperá en 1756.
Fernando VI hará una lectura muy crítica del reinado de su padre, busca la neutralidad frente a la beligerancia de Fernando VI, pero es una neutralidad activa y vigilante (no sería síntoma de debilidad). Entre los tratados que firmó destacan:

- El Tratado de Madrid con Portugal entre Fernando VI y Juan V: pretendía definir los límites de las colonias en América del Sur. Se permite la expansión de Portugal a cambio de entregar a España la colonia de Sacramento (foco de contrabando portugués, había sido cedida a Portugal en los tratados de Utrech). Al ampliar las fronteras, las reducciones jesuitas pasaron a manos portuguesas, los jesuitas se revelan por el trato que da Portugal a los indígenas, el conflicto se resuelve con la firma de la Paz de París.
- El Tratado de neutralidad con territorios italianos (1752): principios de la Paz de Aquisgrán. Son acuerdos de Alianza que aseguran ayuda mutua en caso de invasión de los reinos italianos. Fue un pacto para la conservación en Italia del orden constituido. Salvo excepciones, Italia deja de ser el escenario principal de luchas hasta la Revolución Francesa.

Con relación a la política interior destaca una revitalización militar y económica, además de las reformas hacendísticas, económicas y administrativas a cargo del Marqués de la Ensenada, como por ejemplo el Catastro. Se reforma la marina y el ejército y se firma el concordato de 1753.
Se intenta dar solución al problema de los gitanos, como etnia nómada que no se ajustaba a las normas sociales y que estaba asociada con la hechicería y la vagancia. Fernando VI ordena que los gitanos que no se asienten serán encarcelados, iniciando así una política de persecución.

El Marqués de la Ensenada fue consejero de Estado durante los reinados de Felipe V, Fernando VI y Carlos III. Fue secretario de Hacienda, Marina e Indias.
Se crea un nuevo modelo de Hacienda que refleja que es el reformismo español en el siglo XVIII. Transformó radicalmente el sistema fiscal generando la oposición de nobles y poderosos, debido a esta oposición se retira el proyecto de catastro dejándonos una documentación muy valiosa referente a esta investigación que se realiza en toda Castilla, pueblo por pueblo.

Otras reformas de Fernando VI:
- Creación del giro real: era una institución financiera pública que servía para facilitar el envío de dinero. Podría parecer un preludio o acercamiento a la idea de Banco de España.
- Impulsará el comercio americano.
- Modernizará la marina.
- Concordatos con la Iglesia.
- Florecimiento de la cultura.


Para la elaboración de esta entrada he consultado la revista electrónica de historia moderna “Tiempos modernos” recomendada por la fundación española de Historia Moderna. También he consultado la biblioteca virtual Cervantes.

miércoles, 2 de diciembre de 2009

Memoria 25/11/2009

Esta semana hemos intentado organizarnos y dejar fijados algunos asuntos. Nos hemos puesto una fecha para tener terminada cada una nuestra parte del trabajo y poder reunirnos antes de la última exposición para elaborar las partes conjuntas.
Hemos decidido, por otra parte,buscar durante esta semana la bibliografía que vayamos a usar para Venezuela y México y dejarla fijada también.

En cuanto al trabajo realizado por cada una:

Estela: Ha leído el artículo Transición demográfico-epidemológica, de Jorge Szot Moza, y el libro Mujeres, ciudadanía y participación política en Mexico. Hemos mirado también un capítulo del libro Territorios en transformación que ha traído. Por útimo, nos ha estado hablando un poco de lo que ha leído en el artículo.

Natalia: ha leído el artículo Desigualdad social en américa Latina y el caso chileno, de Ernesto Orne y Carlos Vergara y continúa trabajando con Globalización, desarrollo y democracia: Chile en el contexto mundial, de Manuel Castells. Nos ha estado comentando lo que ha leído y nos ha enseñado unas tablas que aparecen en el libro que nos pueden ser muy útiles a las demás.

María: está trabajando con el libro Dependencia y desarrollo en América Latina, de Enrique Cardoso, y ha buscado información sobre la OEA y otros organismos y tratados que impliquen una dependencia entre los paises americanos.

martes, 1 de diciembre de 2009

Reforma fiscal

Fue proyectada en 1749 por el Marqués de la Ensenada. Con esta reforma se pretendía sustituir los impuestos anteriores por un único impuesto que fuera directo y progresivo. No pudo llevarse a cabo finalmente, sin embargo de este intento salió el Catastro de Ensenada, estudio de gran valor historiográfico, que debe su nombre al hecho de que fuera este marqués, ministro de Fernando VI, su principal impulsor. Será con este monarca que el proyecto tome fuerza, pero el marqués de la Ensenada ya había sido Ministro de Hacienda con Felipe V, y en ese tiempo ya intentó impulsar el Catastro, como muestra uno estudio piloto realizado en Guadalajara en 1746.

Durante siete años se catastraron los territorios peninsulares, a excepción de las actuales Aragón, Cataluña, Navarra y País Vasco. No se llevó a cabo con los territorios de las islas: Baleares por formar parte de la Corona de Aragón, y Canarias, por poseer un régimen fiscal distinto al castellano. En total se catastraron las ¾ partes del territorio español actual, dirigido todo por la Real Junta de Única Contribución.

Fueron varios los motivos por los que se consideró necesario el Catastro:

-Las arcas de la Real Hacienda, como consecuencia de un largo periodo de guerra, se hallaban exhaustas, llegando a producirse la bancarrota en 1739.

-Las formas de contribuir a la Real Hacienda eran muchas y muy complejas.

- La Real Hacienda no recaudaba directamente, sino que arrendaba la recaudación, por provincias o partidos, lo que daba lugar a dos hechos: se reducía en gran medida lo recaudado, y se cometían abusos sobre los vasallos, que terminaban pagando más.

-Se había producido un incremento de bienes de manos muertas, no enajenables.

-Existía una gran falta de equidad en el sistema fiscal. La gran parte de las contribuciones procedía del pueblo llano, mientras que el clero y nobleza, poseedores de gran parte de las rentas, realizaban una contribución prácticamente nula.

La finalidad del Catastro, como ya se ha dicho era, evidentemente, fiscal y económica, pero hoy en día, 250 años después, los que han estudiado tanto la documentación catastral como la correspondencia entre los responsables provinciales del Catastro y los miembros de la Real Junta, afirman la existencia de unos objetivos encaminados a la recopilación de información sobre el territorio para un mejor conocimiento del mismo.


Bibliografía:

Averiguarlo todo de todos: el catastro de Ensenada. Concepción Camarero Bullón. Estudios geográficos. Jul-dic 2002.

Monarquía absoluta y reformas.

La llegada de Felipe V al trono supuso una serie de cambios en la estructura del Estado, orientados a su centralización, que permitiría la consolidación de la monarquía absoluta.

Como consecuencia de la Guerra de Sucesión, y siguiendo el modelo de pensamiento europeo vigente, se impusieron los Decretos de Nueva Planta, aplicando el sistema castellano a los territorios de la Corona de Aragón, a excepción de País Vasco y Navarra, que continuaron con sus regímenes forales al haber permanecido fieles a Felipe V, y aboliendo los fueros de Aragón y Navarra primeramente, y más tarde el de Cataluña, que habían sido territorios rebeldes. Se llevó a cabo asimismo una reforma de la administración central, que supuso el declive de las Cortes. Salvo el Consejo de Castilla, que actúa como un tribunal supremo de justicia, el resto de consejos fueron perdiendo su peso político y tomándolo las Secretarías de Despacho, precedentes de los actuales Ministerios. Éstas son ya órganos independientes con plenitud de competencias. Los consejos y las secretarías coexistirían, existiendo una convivencia difícil entre ellas por tener fracuentemente las mismas competencias. En 1987 se creó la Junta Suprema del Estado, antecedente del Consejo de Ministros, que tendría una breve duración, siendo disuelta en 1792.

Con el reinado de Felipe V se puso también en marcha un nuevo modelo de administración territorial. Se producirá la división de los territorios en provincias, y se sustituirán a los Virreyes por los Capitanes Generales. En el siglo XVIII existieron las Capitanías Generales de Cataluña y Valencia, que se diferenciaban de las demás entre otras cosas por poseer oficiales, procedentes de la aristocracia, con la más alta graduación. Sus Capitanes Generales, además de competencias militares tenían competencias de gobierno, al ser también presidentes de las respectivas Audiencias. Esto sucedió no solo en las Capitanías de Cataluña y Valencia, sino también en Aragón, Galicia, Mallorca y Canarias. El resto tan solo tenían competencias militares. Las Audiencias, subordinadas al Consejo de Castilla, tenían competencias jurídicas que eran fuente de conflictos, sobre todo en aquellas que presidían los Capitanes Generales, donde se daba una dualidad entre la justicia ordinaria que ejercía la Audiencia, y la militar de la Capitanía General. También se solaparon las jurisdicciones con las recien creadas Intendencias. Los funcionarios al mando de éstas, los Intendentes, cargo de modelo francés que mezcla lo militar y lo civil, poseían amplias competencias en materias de guerra y hacienda militar, como el reclutamiento, los suministros al ejército o las pagas, entre otras.

Dentro de los ayuntamientos, y subordinados a los Intendentes, encontramos a los Corregidores y Corregimientos. Éstos aplican las instrucciones de la Corte, las Audiencias o los Intendentes. Controlan de cerca los organismos municipales y sirven tambien para evitar rebeliones.
En 1766 se llevo a cabo por el gobierno de Carlos III una reforma municipal ideada por Campomanes, con la finalidad de limitar la influencia de la oligarquía y otorgar un mayor protagonismo a las clases populares en la política local, de manera que el pueblo elegía a los Diputados del Común y Síndicos Personeros de lo común. Esto reforzó también la autoridad de los corregidores y supuso un freno, o al menos esa era la intención, a la crisis que sufrían los municipios, motivada por la pérdida de su autonomía y poder político.


Bibliografía:

-www.historiasiglo20.org/HE/8b.htm#up
-Capitanes Generales en el siglo XX. Francisco Andújar Castillo. Revista de historia moderna. Anales de la Universidad de Alicante. Nº22. 2004.
-Diputados del común y Síndicos personeros en Alicante. Mª. Dolores Rubio Fernández. Revista de historia moderna. Anales de la Universidad de Alicante. Nº6-7, 1986.